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Los niños deben reducir su dosis diaria de pantallas

Los pediatras americanos están preocupados por la cantidad de tiempo que los menores pasan delante de alguna pantalla, cosa que ha aumentado con la generalización de las tabletas. Aunque reconocen el potencial formativo de las nuevas tecnologías, alertan de que solo unos pocos contenidos cumplen con los requisitos para producir efectos positivos en los niños. La implicación de los padres es clave.

Publicado en Aceprensa

Las recomendaciones de la Academia Americana de Pediatría (AAP) publicadas hace tres años (cfr. Aceprensa, 30-10-2013) iban dirigidas fundamentalmente a actores ajenos a la familia: los propios pediatras, las escuelas, los gobiernos locales o la industria del entretenimiento. No obstante, también incluían un apartado para los padres.

Ahora, ellos son los principales destinatarios de las propuestas, lo que supone un reconocimiento del papel fundamental que la familia desempeña en el consumo de pantallas por parte de los más jóvenes. Las recomendaciones vienen, además, divididas en dos informes, según la edad de los menores: de 0 a 4 años y de 5 a 18.

El mensaje central sigue siendo el mismo: antes de los dos años, lo más recomendable es que con los niños no se usen pantallas, salvo quizá para las videollamadas. Después, el consumo puede aumentar poco a poco hasta llegar a un máximo de una hora diaria a los cinco años, pero solo de contenidos de calidad. De ahí en adelante ya no se fija un límite estricto de tiempo, pero se recalcan otro tipo de recomendaciones: fijar un plan concreto de uso adecuado a la edad, reservar momentos para la actividad física y el sueño, evitar que los niños tengan un dispositivo digital en su cuarto al irse a dormir (televisión, móvil, tableta u ordenador) y que hayan estado ante alguna pantalla una hora antes de irse a la cama, etc.

Otro grupo de recomendaciones incide especialmente en la promoción de un entorno tecnológico saludable dentro de la familia. Por ejemplo, la AAP propone que cada hogar diseñe un plan sobre uso de pantallas, con normas claras y que implique también a los adultos. Igualmente es bueno establecer unos tiempos “libres de tecnologías”, como las comidas o la hora de los deberes. Por último, los pediatras piden a los padres que utilicen las tecnologías con sus hijos, para evitar que los menores desarrollen una excesiva idea de privacidad sobre su uso.

Datos para preocuparse

Estas recomendaciones vienen avaladas por algunos datos preocupantes que la AAP ha recabado en los últimos años. Una investigación publicada a final de 2015 en la revista Pediatrics señalaba que, a los dos años, un 75% de los niños norteamericanos estudiados utilizaba diariamente un dispositivo móvil para ver vídeos, jugar o utilizar aplicaciones. A esa misma edad, a la que la AAP recomienda que apenas haya exposición a pantallas, los niños consumían de media 50 minutos de televisión diaria, pasaban otros 29 minutos viendo vídeos en dispositivos portátiles (el doble de tiempo que dos años antes), 20 minutos en aplicaciones y 13 en alguna videoconsola. En total, casi una hora y tres cuartos.

Por otro lado, muchos niños de cuatro años tienen ya sus propios aparatos: televisor (más de un 40%), tabletas (63%, un porcentaje que se ha doblado solo en dos años), ordenador (15%) o smartphone (7%). A veces son los propios padres quienes descargan en dispositivos de sus hijos aplicaciones como Youtube o Netflix. A los tres años, una importante proporción de niños ya las utilizaban con frecuencia.

El juego social, mejor que el digital

losniniosdebenjugarsintecnologiaUno de los motivos más citados por los padres para dejar que sus hijos pasaran tiempo delante de alguna pantalla era conseguir “que se calmaran”. La AAP advierte que los adultos deben buscar alternativas más enriquecedoras para el ocio familiar. Los juegos en los que los niños interactúan mental y físicamente, señalan, son especialmente importantes en los primeros años de vida, y ayudan a desarrollar la imaginación, las habilidades sociales y la coordinación motora.

Otro riesgo asociado a las tecnologías es el de perjudicar la capacidad de atención, sobre todo cuando los más pequeños se acostumbran a la multitarea. A los cuatro años, uno de cada cinco niños estudiados decía utilizar varias pantallas a la vez “la mayoría de las veces”.

Es conocida, por otro lado, la relación entre el uso excesivo de las pantallas y determinados problemas de salud, como la poca cantidad y mala calidad del sueño o la obesidad.

Conductas de riesgo por edad

Entre los niños en edad escolar empiezan también a aparecer otros riesgos. Un informe de 2014 realizado por Family, Kids & Youth, una agencia de investigación especializada en la infancia y adolescencia, arrojaba algunos datos preocupantes: uno de cada tres estudiantes de secundaria había jugado en casa al Grand Theft Auto, un videojuego calificado como para mayores de 18 años con contenidos violentos y sexuales. Entre los alumnos de primaria, la proporción era bastante menor, pero también significativa: uno de cada ocho.

Otra conducta de riesgo es comunicarse con extraños a través de las redes sociales o los videojuegos online. Lo primero lo habían hecho casi la mitad de los estudiantes de secundaria, frente a un 28% de los de primaria. En cambio, en lo segundo apenas existía diferencia por edad: en los dos grupos la proporción era de uno de cada tres.

Por otro lado, la mitad de los chicos de primaria y el 70% de los de secundaria decían irse a la cama con el móvil o la tableta. Cerca del 40% de ambos grupos se habían sentido a veces “adictos” a Internet. La principal causa no fueron los juegos, sino el consumo de vídeos. El porcentaje de los que reconocían que las tecnologías eran un poderoso factor de distracción al hacer deberes era bastante alto, y aumentaba con la edad.

Por último, otro dato revelador, que conecta con las recomendaciones de la AAP: entre los estudiantes de secundaria encuestados, cuatro de cada diez explicaba que en su casa apenas se hablaba en familia porque cada uno estaba conectado a su propio dispositivo.

Esto muestra que la AAP ha hecho bien en centrar sus renovadas recomendaciones en la familia.

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