La competitividad
inunda nuestras vidas en todos los ámbitos. Se compite en el deporte, en el
trabajo, en las artes, en la investigación, en las notas, hasta en las redes
sociales con quién tiene más likes o
más seguidores. Continuamente nos enfrentamos a un ganar o perder, a una
rivalidad de quién es el top 1. Pero
está en nuestro interior renunciar a esa carrera y ser conscientes de cuándo
conviene decidir perder para realmente poder ganar.
Cualquiera que tenga la responsabilidad de ofrecer un
discurso, sabe que los portavoces se entrenan, practican, ensayan una y otra
vez. Uno de los factores determinantes para el éxito de la alocución es saber
adaptar el discurso a la audiencia y, mientras se realiza, medir la reacción
del público y saber reconducir el mensaje para cumplir con los objetivos.
Pero qué pasa cuando los espectadores son nuestros propios
hijos, el discurso es un cuento y el mensaje se convierte en moraleja.
¿Adaptamos las formas de comunicar? ¿Tomamos en cuenta su interés y atención a
medida que hacemos el relato? ¿Le dedicamos tiempo o vamos a lo inmediato?
El exceso de confianza, la “garantía” del amor recíproco y las prisas, junto a muchos otros factores, hacen que muchas veces nos olvidemos de la importancia de cuidar, especialmente, esos momentos narrativos con nuestro público más importante y cedamos el micrófono a la televisión, las tablets o los móviles. Cuando el padre o la madre narran o leen cuentos a los niños, surgen oportunidades muy valiosas de crecimiento para los pequeños y de unión en el vínculo filial.
Desde que nuestros hijos nacen, van creciendo acompañados de
la narrativa. Primero entre nanas y rimas, más adelante con historias muy
breves. Seguidamente con la repetición insaciable de algún cuento favorito y
así continúan evolucionando en su fascinación por el mundo de la imaginación y
de la literatura en un escenario de conexión especial y exclusiva con sus
intérpretes predilectos: los padres. Es por ello que en muchas ocasiones, ante
nuestro popular “colorín colorado”, nuestro público nos pide a gritos: “¡Otro!
¡Otro!”.
Los padres nos debemos asombrar con las historias, creérnoslas, sólo así se volverán extraordinarias para nuestros niños. Debemos evitar caer en la tentación de los cuentos “exprés”. Sí, esas pequeñas dosis que calman nuestra consciencia con el check del deber cumplido, pero que poco sacian la fascinación de los niños. Me refiero a recursos como: “cuentos de dos minutos”, “historias breves”, “365 relatos de 60 segundos”, “fábulas para contar a tu hijo mientras le duchas” y un sinfín de parches a los que muchas veces recurrimos para sobrevivir a nuestro vertiginoso ritmo de vida.
¿A partir de qué edad se les puede contar o leer historias?
La lectura de un cuento o la narrativa de una historia original
pueden empezar a cualquier edad, mientras más pequeños, mejor. Siempre habrá
que adaptar las formas de interpretación –onomatopeyas, gesticulación,
entonación-.
Los libros para los más pequeños apelan más a la
manipulación que a la escucha, mediante texturas, solapas, contrastes de
colores y grandes ilustraciones. Se estima que hasta los dos años de vida, los
niños no son capaces de comprender el
relato, sin embargo, se van habituando a la escucha atenta y a la lectura.
Entre los dos y cuatro años los cuentos deben tener pocos personajes, con guiones simples y argumentos sencillos, cargados de onomatopeyas. A los cuatro o cinco años debe aumentar gradualmente la complejidad de los argumentos y apelar a historias más fantasiosas, con personajes extraordinarios, exageraciones, objetos que cobren vida, animales que hablen, emociones negativas versus positivas (buenos y villanos), etc. Entre los cinco y siete años las historias ya deben tener una moraleja y, a partir de esta edad, les fascinan las aventuras y los cuentos que generen expectativas.
A continuación comparto con vosotros algunas páginas con sugerencias de libros según la edad de los niños:
«¡A ver, qué me pongo! ¡Uf que pereza pensarlo…! ¡No pasa nada, cualquier cosa y ya! Total, sólo voy al mismo sitio todos los días, donde la gente ya me conoce».
Todos hemos pensado alguna vez que no tenemos que vestir de cierta manera
para obtener el respeto que creemos merecer o para conseguir que la gente nos
escuche. «¡Qué bobada!», ¿no? «La gente debería valorarme por lo
que soy, no porque estoy vistiendo ropa más o menos bonita».
Sin embargo, la imagen que ofrecemos a los demás sí importa. Todos tenemos una visión de nosotros mismos que queremos que otros valoren; que aprecien que somos personas de confianza, interesantes, deportivas, viajeras, intelectuales o creativas…
Ciertamente, esto no sería posible si no incluyéramos en nuestra manera de vestir o de presentarnos algunos elementos que adornaran esta idea que queremos transmitir y que influye en nuestras relaciones interpersonales. La percepción de mi imagen frente a otro individuo es muy importante cuando esa persona me interesa, me agrada o la respeto.
En una ocasión, estaba en la calle rumbo a la casa de una amiga. Conocía la zona, pero no estaba segura de qué calle tomar a continuación. Una señora que pasaba notó que miraba a los lados tratando de orientarme y me preguntó si necesitaba ayuda. Le conté mi situación y me dijo con confianza que debía seguir por cierta dirección. Le di las gracias por el consejo.
Un momento después, otra señora que escuchó la conversación se inclinó hacia mí y dijo: «En realidad, deberías ir por la calle opuesta». Le di las gracias y, como ésta me había dicho, tomé la segunda calle ignorando el consejo de la primera señora.
¿Cuál fue la diferencia entre las dos mujeres? ¿Y por qué elegí las indicaciones de una y no de la otra? Cuando me alejé, me di cuenta al instante del por qué. La segunda mujer iba muy bien arreglada, no por el valor adquisitivo de sus prendas, sino mas bien por su higiene y cuidado personal.
En ese momento fui consciente de cuántas nociones y estereotipos preconcebidos se construyeron en mí respecto a estas dos personas. Me parecía injusto cómo la gente juzga a otros por su aspecto, mientras yo hacía lo mismo con ellos.
De esa manera llegué a una conclusión. La ropa que usas y la forma en que te preparas, afecta la forma en que otras personas escuchan lo que dices y valoran lo que eres.
Inconscientemente les dirá si eres como ellos o si eres diferente. Se determinará si te escuchan o te ignoran. Se generará confianza o desconfianza.
Existen numerosos ejemplos: se sopesa nuestro aspecto en las entrevistas laborales, también los uniformes profesionales nos indican a qué se dedican las personas y si nos inspiran confianza, algunas compañías farmacéuticas y tecnológicas colocan a los actores (y sabemos con seguridad que son actores) en batas blancas de laboratorio para lanzar sus medicamentos en anuncios de televisión, los políticos utilizan determinados colores de corbata para inspirar confianza durante las campañas electorales y así podría citaros muchos otros ejemplos…
En definitiva. Cómo te vistes modifica cómo te perciben, al menos, a
primera vista. Cuidar un buen aspecto también indica que sientes respeto hacia
los demás y que te esfuerzas por resultar agradable.
Puede que no nos guste esta realidad, pero debemos recordar: quienes triunfan no son los que se quejan de «la forma en que las cosas son» o «la forma en que deberían ser», son quienes aceptan la realidad por lo que es, y la utilizan positivamente.
Ana Ugarte,
Profesora de Artes Plásticas y Tecnología en el Colegio Orvalle
EL VESTIR Y LA APARIENCIA… marzo 20th, 2019Colegio Orvalle
La filósofa Nina Bravo, en su libro Virtudes Humanas, explica que “ser generoso es actuar con los otros de manera desinteresada y alegre, teniendo en cuenta el bien del otro, aunque cueste un esfuerzo”.
Este es uno de los valores más importantes a cualquier edad, en cualquier entorno y en innumerables situaciones. La generosidad es una virtud que va estrechamente ligada con muchas otras y que implica la voluntad auténtica y el compromiso personal de dar, siempre acompañada por la discreción. Es decir, dar sin gritarlo al mundo. Leer
Aprender a vivir con la conciencia de entrega desde muy pequeños marzo 21st, 2019Colegio Orvalle
Estos primeros días de clase son perfectos para poner en marcha nuevas estrategias para hablar con nuestros hijos y sacar partido de sus experiencias del día. Os pongo en contexto. Imaginad ese momento en el que padres e hijos se reencuentran después de una larga jornada de trabajo versus un nuevo día de colegio…específicamente la primera semana del curso. Leer
5 CLAVES PARA CONVERSAR CON NUESTROS HIJOS ACERCA DE SU DÍA EN EL COLEGIO marzo 21st, 2019Colegio Orvalle
«The real act of discovery consists not in finding new lands, but in seeing with new eyes.» (Marcel Proust)
Learning another language is sometimes underrated. It isn´t seen as important as the mother tongue nor math, Geography nor History. But the doors it opens are countless and have a lifelong impact. It could be compared to travelling to new and unknown places, as you literally discover new lands by learning a new language. You enter a world, where things are different, surprises await, and mistakes will happen, only to come out richer at the end. Leer
When we change how we see things, we change what is possible junio 19th, 2018Colegio Orvalle
El deseo debe ir de la mano de la inteligencia y de la voluntad
Si quieres saber quién soy, no me preguntes dónde vivo, qué me gusta comer, o cómo me divierto; pregúntame qué deseo con todas mis fuerzas y entonces conocerás mi corazón y me conocerás a mí.
El mundo de los deseos suele ser un terreno poco explorado y, sin embargo, es un camino para el conocimiento propio y para la educación de los sentimientos. Leer
El 70% de los niños que hoy van a la guardería trabajarán en profesiones que aún no se han inventado
Antes de adentrarme en la materia de la que os quiero hablar, tengo que advertiros que es un tema a debatir. No tengo una postura firme. Por ello me limitaré a exponer la información con apenas unas reflexiones. Puedes estar totalmente de acuerdo o convertirte en un detractor de esta tendencia. Sin embargo, lo que no podemos dudar es que es un fenómeno al que la sociedad nos está llevando y que no podemos ignorar. Está en nuestras manos informarnos, documentarnos y decidir desde nuestros perfiles –profesores, padres o alumnos-, qué posición queremos asumir.
Los tiempos cambian, es el proceso evolutivo natural de la humanidad. Sin embargo, el ritmo tan vertiginoso con el que hoy en día avanzan los procesos, no era el habitual.
Que en la actualidad los alumnos no aprenden igual que antes, ya lo sabemos. Que lo que les motivaba anteriormente hoy ya ni les llama la atención, también es de conocimiento público. Estas y muchas otras premisas de este estilo ya son bien sabidas en el gremio docente. Entonces ¿Qué más podemos hacer en el aula? Leer
Cómo distribuir los alumnos en el aula marzo 21st, 2019Colegio Orvalle
El Colegio Orvalle celebra en este Curso Académico 2017-18, el 40 Aniversario de su nacimiento. Estamos de fiesta al conmemorar con profundo agradecimiento cómo el «empeño audaz y generoso» de un grupo de padres que creía en un proyecto educativo en plena sintonía con la familia, pudo iniciarlo en 1978 y hoy perdura.
El blog PADRES Y PROFESORES encontrarás temas de interés o actualidad.
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